La sequía en tres actos
La falta de lluvias y la escasez de agua en los embalses golpea ya la agricultura y el abastecimiento de algunos pueblos
Madrid
En varias confederaciones hidrográficas —los organismos dependientes del Gobierno central que se encargan de gestionar las cuencas y sus embalses— ya hacen cuentas sobre durante cuánto tiempo está garantizado el consumo humano. Y ese cálculo va acompañado ya de restricciones a los cultivos de regadío o —como en el caso del Duero, en situación oficial de sequía prolongada— de reducción de caudales ecológicos; es decir, disminución de la cantidad de agua que se desembalsa en los ríos de la cuenca para garantizar el abastecimiento de los núcleos de población.
La otra pata afectada por las bajas reservas es la energética: la producción de electricidad en las centrales hidroeléctricas ha caído a la mitad en 2017 por la falta de agua en los pantanos.
El Ministerio de Agricultura hace un completo seguimiento de las reservas superficiales, los pantanos. No ocurre igual con las masas de aguas subterráneas, los manantiales y pozos que también se están secando y que están obligando a abastecer a los pueblos de al menos cinco autonomías con camiones cisterna. Galicia, menos preparada para la sequía, es la comunidad más afectada.
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