España, hacia la peor sequía en 20 años
Esta situación podría derivar en una gran sequía ibérica
La cuenca del Duero y el Tajo, al 49% de su capacidad
Entre el 1 de marzo y el 31 de mayo de 2017, se registró una temperatura media de 15,4 grados, o lo que es lo mismo, 1,7 grados más que la media en esta época del año.
Una dinámica que se ha acentuado durante las primeras semanas de junio. "Hasta el día 18, el mes registra hasta tres grados por encima de los valores normales", informó ayer en rueda de prensa Ana Casals, portavoz de Aemet.
Según las predicciones que maneja la Agencia de Meteorología, este verano será "muy cálido". Ese pronóstico se traducirá en termómetros que marcarán entre medio y un grado por encima de la media durante esta época del año. Pese a no ser un dato especialmente alto, Casals destacó que "una pequeña variación de la temperatura media en este sentido desemboca en cambio muy grandes, de tal manera que las olas de calor serán más frecuentes".
Junto a esa tendencia calurosa, la otra característica de la primavera que acaba de terminar ha sido su carácter seco en términos generales. Tanto es así que mayo se cerró con un 23% menos que las lluvias medias.
En junio, las precipitaciones "están cercanas al valor normal para esta época del año, y se espera que así continúe siendo durante el resto del verano", apuntó Roser Botey, jefa del área climatológica de Aemet. No obstante, precisó que "al ser meses en los que no suele llover mucho, no esperamos grandes cambios respecto a los registros actuales".
Desde otoño, el norte y centro de la península ibérica sufren una reducción acusada de las precipitaciones que ha desembocado en una sequía preocupante, especialmente en las cuencas del Duero, del Tajo y del Cantábrico Oriental y Occidental.
De hecho, según explican fuentes del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) a este periódico, la del Duero se encuentra en alerta y se está tramitando la aprobación de un Real Decreto de sequía. Esta cuenca está actualmente al 49% de su capacidad, mientras que en estas mismas fechas hace un año el porcentaje era del 91%, y la media de los últimos diez años es del 83,7%. Por mencionar un ejemplo, el embalse de Almendra (Salamanca), que tiene una capacidad de 2.586 hm3, a 20 de junio de 2017 estaba al 39,83% de su capacidad -con 1.030 hm3 de agua-, cuando hace un año era del 97,87%.
El estado de la cuenca del Tajo es similar: está al 49,6% de su capacidad, y hace un año estaba al 72,9%. Uno de sus embalses, el de Entrepeñas (Guadalajara), está al 14,61% con 122 hm3, y hace un año esta cantidad de agua era más del doble.
El 2% del PIB en peligro
Esta situación podría derivar en una gran secuencia de sequía ibérica, explica a EL MUNDO el geógrafo de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. "Sería una gran sequía que afecte a todo el país, y cuyo resultado pueden ser graves daños económicos para la agricultura y restricciones de agua en aquellas ciudades que tienen una planificación deficiente de su sistema de abastecimiento", indica. De hecho, puntualiza que en este tipo de situaciones se puede llegar a perder entre el 1% y el 2% del PIB."Son grandes secuencias que duran al menos tres años, y con graves efectos económicos", explica. El experto recuerda que, en las últimas décadas, en España se han vivido dos grandes sequías a nivel nacional -la de 1981-84 y la de 1992-95- con estas características. "Y todo apunta a que a que esta podría derivar en una situación similar".
Además, las altas temperaturas previstas para este verano provocarán mayor evaporación, un "círculo vicioso" que agrava la sequía. "Las previsiones del verano no son nada halagüeñas", asegura Olcina.
El experto habla de la sequía como un riesgo "silencioso". "No nos damos cuenta hasta que comienzan las restricciones de agua", afirma.
En las cuencas del centro y norte peninsular ya ha comenzado la restricción de agua para regadío en algunas zonas del Duero. "Podemos llegar a una sequía urbana donde habrá que aplicar restricciones en las ciudades afectadas", sostiene Olcina, aunque matiza que depende de la Confederación Hidrográfica.
Son los Planes de Gestión de Sequía de las cuencas hidrográficas los que establecen los niveles de sequía para cada una. Así, la directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Julia Martínez, explica a este diario que los indicadores diferencian cuatro estados: normalidad, prealerta, alerta y emergencia.
"El problema es que estos indicadores mezclan, por un lado, información estrictamente meteorológica con el estado de los embalses", indica Martínez. En este sentido, puntualiza que el agua que acumulan los embalses depende de la gestión.
Aunque la cuenca más afectada es la del Duero, Martínez explica que se ha declarado antes la alerta por sequía en la del Júcar y el Segura. "Llama la atención porque donde más ha escaseado la lluvia es en el norte". En su opinión, esto es por la mala gestión del agua y un exceso de estrés hídrico, ya que el regadío consume en torno al 80% del agua.
No obstante, asegura que no se debe considerar la sequía como algo imprevisto o excepcional. "Son algo normal en nuestro clima mediterráneo, lo que tenemos que hacer es adaptarnos". Así, señala que "la sed de la sequía se apaga en los años de no sequía" con medidas de adaptación que reduzcan la demanda.
Respecto al consumo humano de agua, fuentes del Mapama aseguran a este periódico que, a día de hoy, está garantizado.
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