viernes, 11 de diciembre de 2015

Cinco cosas que aprendimos en el lanzamiento del Año Internacional de las Legumbres


El lanzamiento oficial del Año Internacional de las Legumbres (AIL) se celebró el 10 de noviembre en la Sede de la FAO en Roma. Con más de 200 participantes físicos y una audiencia mucho más numerosa en todo el mundo, el evento contó con una elevada participación a nivel ministerial, de la sociedad civil y del sector privado. Los oradores e invitados especiales subrayaron los muchos beneficios de las legumbres, y pusieron también de relieve algunos de los obstáculos con que se encuentran la producción, suministro y comercio mundial de legumbres.
He aquí cinco hechos clave que hemos aprendido sobre las legumbres de los participantes y oradores destacados durante el lanzamiento del AIL:
1. Las legumbres son un cultivo indispensable para las comunidades vulnerables de los países en desarrollo.
En los países en desarrollo, las legumbres constituyen el 75 por ciento de la dieta media, en comparación con el 25 por ciento en los países industrializados. Suponen una alternativa económica a la proteína animal: las legumbres contienen del 20 al 25 por ciento de su peso en proteína, frente al trigo que tiene un 10 por ciento y la carne del 30 al 40 por ciento. Las legumbres son un cultivo cada vez más importante para los pequeños agricultores, en particular las mujeres, que suponen la mayor parte de la mano de obra para cultivarlas.
2. Lentejas, frijoles y garbanzos son parte esencial de la dieta humana desde hace siglos.
Los restos arqueológicos encontrados en Anatolia (actual Turquía) muestran que la antigua producción agrícola de garbanzos y lentejas se remonta a 7000-8000 A.d.C. Hoy en día, todavía se encuentran parientes silvestres de las lentejas y guisantes en el sureste de Anatolia, cuyas muestras se han recolectado y están protegidas en los bancos de germoplasma de Turquía.
3. El consumo de legumbres está disminuyendo.
Aunque la producción mundial de legumbres ha aumentado en más del 20 por ciento en los últimos 10 años, el consumo ha visto una disminución lenta pero constante tanto en los países desarrollados como en desarrollo en ese mismo período. Esto puede deberse en parte a la incapacidad de la producción de legumbres de mantener el ritmo del crecimiento demográfico, así como el cambio hacia una dieta más centrada en la carne que han experimentado muchos países.
4. Las innovaciones científicas y tecnológicas pueden ayudar a cerrar la brecha de rendimiento en la producción de legumbres.
El mejoramiento genético de los cultivos, la reproducción selectiva y la agricultura intensiva sostenible han demostrado poder incrementar el potencial de rendimiento y la resiliencia ante el cambio climático de las legumbres. Las variedades mejoradas de habas tolerantes al calor en Sudán ayudaron a aumentar la producción en 60 kilogramos por hectárea. En Turquía, la variedad especial de garbanzo gokce ha resistido la sequía severa y producido allí donde la mayoría de los otros cultivos fracasaron.
5. La producción legumbres hace un uso muy eficiente del agua, en especial en comparación con otras fuentes de proteínas.
La producción de daal (guisantes o lentejas partidos) requiere 50 litros de agua por kilogramo. Por el contrario, un kilogramo de pollo necesita 4 325 litros de agua, un kg de carne de cordero 5 520 litros, y para un kilogramo de carne de vacuno se llega hasta 13 000 litros de agua. Esta reducida huella hídrica hace de la producción de legumbres una opción inteligente en áreas y regiones más áridas y propensas a la sequía.

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